entreGirasoles by Magdalena Carmelizada: Doña Rosita

Era por 1934, una guapa gaditana trabajaba como teleoperadora en Telefónica. En Córdoba un apuesto joven era el presidente de dicha compañía.

Un día, la hermosa muchacha cometió un error trabajando y el cordobés lo consideró muy grave. De tal manera le enfureció el asunto, que pidió reprenderla en persona.

Un día de primavera, de los primeros, cuando el sol aún es fresco, el joven muchacho tuvo que viajar a Chipiona por negocios y concertó la cita que tenía prevista desde hacía tiempo.

Cuando entró en la oficina y vio a la bella joven, sentada elegantemente con su cabello rizado que dejaba entrever su esbelto cuello del que colgaba un precioso collar. Piel clara y luminosa, labios sonrosados y ojos pícaros y tímidos a la vez. Quedó casi sin palabras. Sólo pudo sacar aliento para decir casi titubeando (tuvo que hacer un esfuerzo para que no se le notara el nerviosismo) "encantado de conocerla, señorita". Ella, lo esperaba con los nervios propios de recibir una reprimenda, pero al verlo con esa elegante figura, atractivos modales, ojos nobles y voz viril y suave...extrañamente se relajó y enmudeció.

Después de aquel mágico instante, el velo con el que habían sido cubiertos por el ángel del amor, fue para siempre. Desde aquel momento no se separaron jamás. Enamoradísimos se casaron y tuvieron una gran familia.

Una de sus nietas soy yo y quiero rendirle este homenaje a mi abuela Rosa, imitando el juego de collar y pendientes del que ella siempre me ha hablado, el que llevaba cuando conoció a mi abuelo.

Lo he hecho con mucho amor, emoción y hablando de materiales, pintura y pan de oro.

Espero que os transmita la magia que me transmite a mí y deseo que la mujer que se lo ponga tenga tanta felicidad en el amor como tuvo ella.