jueves, 25 de febrero de 2016

Aquel crucero...

Hay viajes que te marcan para siempre por muchos y diferentes motivos.
Ciudades enigmáticas, gentes particulares, paisajes extraños, aromas diferentes, gastronomía extraordinaria... Estos lugares se recordarán siempre por una u otra sensación.

Pero hay viajes que quizá no sorprendan tanto por lo que te aporta, en sí mismo, conocer lugares nuevos, sino por las personas que conoces en ellos.
Eso nos pasó a nosotros. 

Todo el mundo en aquel momento hablaba de cruceros, era como las vacaciones de moda.
 Aunque algo reticentes, finalmente también caímos en la trampa y nos decidimos a hacer uno. 
Ya cuando nos decidimos, sólo quedaban plazas para hacer el crucero por el Mediterráneo. No estuvo mal, no quiero desmerecer lugares como Mónaco, Florencia, Roma o Pompeya. Pero eso de hacer las cosas todos a una, no va mucho con nuestro modo de entender unas vacaciones. 
Pero hubo algo que compensó con creces todo lo que no nos llegaba a satisfacer como esperábamos y fue conocer a un matrimonio de Murcia que nos robó todas las risas que pueda generar una persona.

Ella era dulzura, elegancia y prudencia. En cambio él, era un terremoto divertido, ocurrente y graciosísimo. La persona más graciosa que me he echao a la cara. Risas risas y más risas. Escucharlo narrar sus experiencias, sus ocurrencias...Es que me dejaba sin hablar! y eso es tela de difícil. Sólo podía reírme y llorar de risa, literalmente doblada.

Desde entonces hemos mantenido el contacto y hemos quedado en alguna ocasión.
 Mañana nos visitan y pasaremos juntos el finde ya con las familias al completo.
 Nos conocimos y éramos cuatro, mañana al encontrarnos ya seremos ocho.
Isa y Alberto, estamos deseando veros. 

En casa estamos de vigilia de risas preparándonos  para unos días que marcarán la diversión en nuestros recuerdos como tenemos a fuego aquel crucero.




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